Sumergido en la plenitud de la noche aparecen, sin invitación, los desvelos inoportunos, deseados, casi invocados, como desenterradas emociones que desde el fondo del alma van dibujando versos a lo largo de un periodo donde todo tiene un sentido único, donde todo huele a vida, a sueños, a nostalgia, incluso a pasión desbordada. Y es entonces, cuando entre la bruma, la luna y mi pluma me pierdo en el ritmo de una estrofa, poniendo banda sonora a todos los anhelos camuflados.
Sé cómplice y receptor de mis desvelos, déjate llevar por mi voz inquieta, por un folio desnudo, sin letras, para que, de esa manera, cuando me leas te conviertas en mi parte preferida y puedas hacerlos tuyos en tus noches de deseado insomnio.
